21.4.20

SINSABORES







Nunca tuve alondras en el pecho,
ellas huyen como ejército maldito
para no rozar mi piel. 

Soy el código que nunca cuadra,
engranaje que falta o sobra para terminar la jugada.

No tengo ni dios ni patria 
y en mi boca permanece un carámbano latente 
que amedrenta y roba el aire en los latidos.

Hay sombras en mi cuarto y
en los sueños ha quedado encarcelado
un relámpago sin luz,
y una lluvia cálida persiste
y se resiste a abandonarme,
 mientras, el tiempo sin templanza
se desliza inexorable
sin saber dónde está el árbol
de diabólicas raíces,
ese maligno averno vetusto que lo acuna.







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