Nunca tuve alondras en el pecho,
ellas huyen como ejército maldito
para no rozar mi piel.
ellas huyen como ejército maldito
para no rozar mi piel.
Soy el código que nunca cuadra,
engranaje que falta o sobra para terminar la jugada.
No tengo ni dios ni patria
y en mi boca permanece un carámbano latente
que amedrenta y roba el aire en los latidos.
que amedrenta y roba el aire en los latidos.
Hay sombras en mi cuarto y
en los sueños ha quedado encarcelado
un relámpago sin luz,
y una lluvia cálida persiste
en los sueños ha quedado encarcelado
un relámpago sin luz,
y una lluvia cálida persiste
y se resiste a abandonarme,
mientras, el tiempo sin templanza
mientras, el tiempo sin templanza
se desliza inexorable
sin saber dónde está el árbol
de diabólicas raíces,
ese maligno averno vetusto que lo acuna.
sin saber dónde está el árbol
de diabólicas raíces,
ese maligno averno vetusto que lo acuna.
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