Esa casa,
de paredes blandas con olor a
mansedumbre.
Esa casa,
de cálidos amaneceres con
perfume de mimosas en el patio.
Esa casa,
de cálidos amaneceres con
perfume de mimosas en el patio.
Esa casa,
de infinitas raíces,
de infinitas raíces,
de engarzadas risas y sentidos
llantos.
Esa casa,
que perforó y modeló entre sus muros
que perforó y modeló entre sus muros
la estirpe de la abuela,
fruto florecido a imagen y
semejanza.
Esa casa que latía entre gozos y sombras,
Esa casa que latía entre gozos y sombras,
rezumaba vida.
Esa casa, ese techo bendito,
Esa casa, ese techo bendito,
con bondad infinita acariciaba el
espíritu de quien moraba.
Esa casa de piedra y alma
otorgó poder a los silencios.
Esa casa serena,
Esa casa serena,
sucumbió con la abuela.
Esa casa,
desligó las puntadas que con tanto
esmero ella bordó.
Esa casa noble,
a su partida, quedo desahuciada,
malherida y maltrecha.
Esa casa sobria y tierna dejo de sentir,
malherida y maltrecha.
Esa casa sobria y tierna dejo de sentir,
esa casa su ausencia…
se dejó morir.
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