15.1.11

CONFESIONES




El reloj del tiempo mata sin indulgencia,
acometiendo con furia impertinente.

Momento a momento se hace un mundo de vacío insondable,
donde la vida arrastra en escaramuzas.

No me di cuenta de la necesidad de sentir el aire,
hasta que perdí tu sombra en el camino.

Quisiera gritar que estoy viva,
y ya los sonidos se ahogan en mi boca,
quisiera sentir con mirada ajena,
y mis ojos no me prestan sus marchitas pupilas,
quisiera ofrecer a manos llenas,
y mis brazos no se alzan de cansancio,
quisiera sentir que soy precisa,
y soy presa de mi propia soledad.

La falta de fe en palabra ajena,
somete a la más insidiosa tortura,
desliga y arrastra por pedregales agónicos,
donde ya no alcanza ni mi propia voz.

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