Michael Papendieck
Tu sombra me sabe a atardeceres necios,
como las ganas,
desfloradas como la perdición de un desdoblamiento oblicuo,
con ese olor crisálida que nunca aflora.
Habrán de pasar años malditos
para obtener una sentencia sin credenciales,
en el que el llanto sepa a nada,
y borrar aquel lamento
incrustado en el pecho
como una maldición,
pueda atemperar el corazón.
Has de comparecer transfigurado
con tus hilos desmañados,
clamar,
para conseguir siquiera
una mirada displicente entre:
hola
(mejor nada)
y el adiós,
porque jamás ya,
conjugaré lunas
para confeccionar rituales de vino y rosas.
Muy bonito y de profundo sentir.Como sólo vosotras lo sabéis hacer.
ResponderEliminarA mi las rosas no me gustan, tienen espinas.Y el vino ya sabes, no me sienta bien, aunque si es BUENO ,BUENO, lo tomo.
El amor y el odio siempre van unidos, y cuando hay decepción mucho más.
Besos. ANA.