(Violencia de género)
Fantasmas obstinados gritaban,
pugnaban por salir al descampado
del fondo del dolor.
Fantasmas obstinados gritaban,
pugnaban por salir al descampado
del fondo del dolor.
Emergieron raíces
hasta consagrar el recuerdo de otros días,
inpregnando silenciosos sueños
en nostalgias.
¡Te quiero¡, la decía,
con rosas de impotencia,
hasta dejar tatuada su piel
en verdugones de ira irreverente,
Ella callaba con triste disimulo.
Frenando pavores y congojas
esperó una siguiente acometida.
Amordazando ilusiones,
ratificó su mansedumbre
como una vieja letanía.
“Te quiero hasta la muerte” la decía.
Fue su ultimo epitafio,
y ella…
le creía.
hasta consagrar el recuerdo de otros días,
inpregnando silenciosos sueños
en nostalgias.
¡Te quiero¡, la decía,
con rosas de impotencia,
hasta dejar tatuada su piel
en verdugones de ira irreverente,
Ella callaba con triste disimulo.
Frenando pavores y congojas
esperó una siguiente acometida.
Amordazando ilusiones,
ratificó su mansedumbre
como una vieja letanía.
“Te quiero hasta la muerte” la decía.
Fue su ultimo epitafio,
y ella…
le creía.
Verdugos que matan con la ira y la rabia, con violencia salvaje...
ResponderEliminarDebemos denunciar cualquier maltrato de los que seamos testigos presenciales, y no callar, porque muchas veces, las propias víctimas tienen miedo a hacerlo.
Un beso.
Me uno al grito
ResponderEliminarque en ti brota
en poesía
desgarradora entrada!
besos
Desgraciadamente la mayoria de estas mujeres no se dan cuenta de que les han anulado el espiritu y que su voz solo se leerá en un epitafio. Besos
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