Tu, gran chismosa¡
La que murmura en los rincones,
arremetiendo sin pausa,
lanzando dardos contra mi.
¡Tu, inevitable verdugo impenitente;
que sometes a tortura
arrancando máscaras y desamparos,
para mirar desde tu altura.
¡Tu, acusadora¡
doblegas mi voluntad sin afligirte,
exprimiendo las arterias
para escanciar mi sangre toda.
¡Tu, evidencia abrumadora;
esculpes sobre mi frente interrogantes
quemando las entrañas de mi fe.
¡Tu, rastrera inmunda¡
delatas mis batallas
de perderme en arenales,
riendo con sorna en retaguardia.
Ostentando tu poder,
cercenas y estrangulas
estas ganas de ser pájaro y volar.
¡Deja ya de atormentarme!
Me ahoga esta maldita arrogancia que exhibes frente a mi
¿no ves que necesito perderme entre ensueños,
esconderme en recovecos y extramuros?
Prometo retornar a tus estancias,
mirarme en tus espejos
taponando mis heridas,
con el alma reforzada en pedernales,
sin tener que arrepentirme
de ser fuego,
aire,
tierra y mar.
potente, con un final maravilloso... con los bailes que uno se ha pegado, dejo de importarme hace mucho los chismes, las teorías-fabulaciones, presiones... mi espacio está sanado de todo aquello
ResponderEliminarEl problema no son los demás, sino los fantasmas que deambulan por donde no deben. Gracias por tu comentario. Un besote
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