Trazo con pulso vacilante
símbolos inteligibles
en el muro de mis lamentaciones
imperceptibles a tus ojos.
En sus grietas escribo tu evangelio
-escarnio de falacias-
tejiendo absurdos horizontes,
seccionando verdades
como un escalpelo en la boca.
Deambulando con máscaras
regalas sonrisas de amargura
bebiendo el néctar de los suspiros,
guareciéndote en jugosos nidos
hasta dejarlos secos y sombríos.
Fuiste el sicario que pasó
su filo por mis huesos
dejando una filigrana de tormentos
profanando un alma inmaculada.
Soñé verdades eternas
en un cosmos de ficción.
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