Hoy quiero pensar en alto.
Quiero llegar a ese reducto imprescindible,
a ese espacio,
dónde me acomodo sin reservas,
a ese punto en que acaricio
la esencia infinita de tu ser.
Y me enredo como hiedra en sus paredes,
trepando despacio,
muy despacio hasta tu alma,
con la maestría exacta
que poseen los segundos de un reloj.
Siento denso el aire que respiro,
al deslizarme lentamente entre tu piel.
Más allá de la sutil danza de tus manos,
un impulso infinito acosa este ansia de adorarte,
encendiendo esta avidez que me socava,
en sinfonía cadenciosa,
a ritmo de corazón.
Mª Isabel Sánchez Vizcaíno
Quiero llegar a ese reducto imprescindible,
a ese espacio,
dónde me acomodo sin reservas,
a ese punto en que acaricio
la esencia infinita de tu ser.
Y me enredo como hiedra en sus paredes,
trepando despacio,
muy despacio hasta tu alma,
con la maestría exacta
que poseen los segundos de un reloj.
Siento denso el aire que respiro,
al deslizarme lentamente entre tu piel.
Más allá de la sutil danza de tus manos,
un impulso infinito acosa este ansia de adorarte,
encendiendo esta avidez que me socava,
en sinfonía cadenciosa,
a ritmo de corazón.
Mª Isabel Sánchez Vizcaíno
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