11.5.22

CONFESIONES

 


 


 

El reloj del tiempo mata sin indulgencia

acometiendo con furia impertinente.


 Momento a momento se hace un mundo de vacío insondable,

donde la vida me arrastra en escaramuzas conmigo misma.

 

No me di cuenta de la necesidad de sentir el aire,

hasta que perdí la sombra en el camino.

 

Quisiera gritar que estoy viva,

y se ahogan los sonidos en mi boca.

Quisiera sentir con mirada ajena,

y mis ojos no se prestan a mirar.

Quisiera ofrecer a manos llenas, y

 mis brazos no se alzan al desaliento,

Quisiera sentir que soy precisa, y

soy presa de mi soledad en desacato.

 

La falta de fe en la palabra ajena,

somete a la más insidiosa tortura,

 me desliga y me arrastra por pedregales agónicos

donde ya no alcanza mi propia voz.

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