Quizás estaba predestinado
que pasaran otoños y primaveras
sin sentir la caída de las hojas
ni el olor emergente de una flor
Quizás estaba predestinado
que pasaran veranos e inviernos
sin que el sol encendiera las mañanas,
y la luna arrebatara sus sombras..
Quizás estaba predestinado
que gimieran las estrellas
quemándome en su vivida luz
consumiendo mi tiempo en un reloj sin cuerda
Quizás estaba predestinado
ser talada como un árbol maduro
arrancando raíces de la tierra
borrando sustento y memoria.
Quizás estaba predestinado
volver a empezar, barriendo las nieblas indulgentes
donde las aves fugitivas vuelan
huyendo de duelos invernales
Quizás estaba predestinado
alzar el vuelo como el Ave Fénix
guiada por sus plumas de fuego
y perderse en el vértice de chopos de otoño.
Quizás estaba predestinado
despedirse con suaves besos
de los secretos guardados
y de las arrugas de otros tiempos.
Quizás estaba predestinado,
que tras la hibernación,
hallara en el umbral del crepúsculo
los suaves acordes de una caricia.
Quizás estaba predestinado
dejarse mecer por el murmullo del viento
y no dejar que la calina sepulte de umbría
mi exhortación de sol.
Escapar de la melancolía con más letras de melancolía... suena absurdo, pero sé que funciona, al menos por unos instantes.
ResponderEliminarAl menos mientras leí este poema.
Sigo leyendo.
Esta poesía suena como el murmullo del agua, dulce, constante, llena de luces y sombras como los recodos de un riachuelo...muy bello azpeitia
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