Yo, que toda fui sal, vísceras y fuego,
me obligas a descifrar enigmas etéreos.
Camino ralentizado por simas súbitas,
intrínseco laberinto donde perderse
con ojos cegados de tanta oquedad que acosa.
Un clamor me llama incansable, sutil,
desterrando insomnios de otros cenagales,
convertidos por obra y gracia en artesanos mudos
de la existencia.
Ahí estas con toda tu parafernalia,
lanzando todos los trastos sobre mi,
¡como si fuera fácil discernir tus requerimientos¡
¿Dónde encontrar el lago de agua profunda,
¿donde saciar esta sed de milenios que desvelan la verdad?
.
Pareciera que los dioses apartaron la
mirada ante tanta incertidumbre enclaustrada.
me obligas a descifrar enigmas etéreos.
Camino ralentizado por simas súbitas,
intrínseco laberinto donde perderse
con ojos cegados de tanta oquedad que acosa.
Un clamor me llama incansable, sutil,
desterrando insomnios de otros cenagales,
convertidos por obra y gracia en artesanos mudos
de la existencia.
Ahí estas con toda tu parafernalia,
lanzando todos los trastos sobre mi,
¡como si fuera fácil discernir tus requerimientos¡
¿Dónde encontrar el lago de agua profunda,
¿donde saciar esta sed de milenios que desvelan la verdad?
.
Pareciera que los dioses apartaron la
mirada ante tanta incertidumbre enclaustrada.
Cuanta vida interior, que profundo abismo de sentimientos brotan en las notas de esta poesía...cuanta sensibilidad...más que un beso de azpeitia
ResponderEliminarSiempre a la espectativa de "otra" verdad. La que nos venden no me sirve. Un abrazo
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