24.11.08

EL FARO. Isabel S. Vizcaíno


El faro allí solitario,
pareciera dar vida al espíritu,
-halito de desahogos-
donde reposa la mirada ensimismada
de trajines y abismos.

Al mirarlo, somos dos,
y el desamparo emigra
hacia tierras deshabitadas.

Su luz y el alma se custodian cual amantes,
náufragos en solitario
caminan bajo las estrellas,
y ya la soledad se despuebla.

El faro hace guiños en comunión con el alma,
compañía estática y soberbia,
compañero de soledaded
y desabrigo.

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